¡Buenos días, tardes o noches, mis apasionados generales!
Ya nos hemos puesto manos a la obra con el I Torneo Tierra de Nadie; la organización de las jornadas de rol más conocidas de toda Andalucía han tenido el detalle de cedernos cinco mesas (que, parece, se van a convertir en seis) para que este 9 de agosto podamos enfrentarnos contra una muy posible ola de calor lanzando dados, mientras tratamos de no morir en el intento.
Tres escenarios apasionantes o... Bueno, un escenario fuera de lo común para poder continuar con la broma «de la caló» andaluza, y camisetas para todos los jugadores como premio, ¿se puede pedir más?
Ahora mismo todas las plazas están cubiertas (¡millones de gracias a todos los que os habéis interesado!), pero siempre podemos encontrarnos con una baja de última hora o, ¿quién sabe? Podríamos pedir por tercera vez que nos amplíen el número de mesas. Así que por aquí os dejo las bases de este torneo veraniego y, por este otro lado, el formulario de inscripción para los más osados.
También os dejamos por aquí un enlace a la página de Torneos Warhammer, ¡nos ha hecho un montón de ilusión vernos ahí! Sobre todo porque estos chicos están haciendo una labor encomiable recopilando fechas de torneos por toda la península (y más allá) para traerla a vuestras pantallas con todo el cariño del mundo. Además, también publican alguna que otra reseña de los torneos que se anuncian, como la del II Ruralhammer escrita por nuestro anfitrión y maestro de ceremonias: Vicente, buen organizador, gran pintor y todavía mejor persona aunque lo volvamos loco por el chat.
Y precisamente por eso mismo estamos aquí hoy: para hablar de mi experiencia en el II Ruralhammer y compartir con todos vosotros lo mucho que disfruté del torneo más tranquilo y agradable al que he tenido oportunidad de asistir.
Una de las cosas que más me cuesta escribir en las crónicas de torneo es el inicio. Dicen que los comienzos siempre son complicados, ¿no? Y además, tengo menos arte que una kharybdiss sin su asalto imparable. Me pongo delante de la pantalla del ordenador y me pregunto: ¿qué hago? ¿Os cuento cómo nos fue en el viaje de ida, os interesa la preparación previa? ¿Le importará a alguien además de a mí que casi se me olvidara guardar en el maletín las dos unidades de intrépidos ballesteros?
Por suerte, en esta entrada no tengo que romperme la cabeza con eso porque traigo fotos: espectaculares, de sitios increíbles por los que pasamos a medida que nos aproximábamos a nuestro destino y nadie me había advertido de que serían tan bonitos.
Con un dramatismo sacado de las mejores películas de acción, frenamos a un lado del arcén para contemplar un trocito de cauce de río que parecía sacado de un cuento. Y es que, a veces, el mejor motivo por el que puedes parar no es para llenarte la barriga, sino para maravillarte con los rincones tan bonitos que tiene nuestro país. También vimos «nieve» de semillas, creo que de álamo, y tuve la suerte de hacer fotos a un montón de rosales silvestres (o, como me gusta más llamarlas, rosa canina) porque una no solo se dedica a esclavizar a otras especies, también es muy fan de las plantas, aunque no siempre sepa distinguirlas.
(Y por eso, los héroes y otros personajes elfos oscuros de mi ejército tienen nombres de plantas venenosas, porque la cabra tira al monte).
Luego nos acercamos a un mirador natural llamado Ventano del Diablo, aunque yo sigo empeñada en llamarlo «ventanuco del diablo» por alguna razón que se escapa a mi comprensión. Puede que me niegue a reconocer el dramatismo, o porque «ventano» no me suena bien a pesar de que sea un sinónimo de «ventanuco».
Nunca me he considerado una persona con miedo a las alturas... Pero hay que reconocer que ver el mundo desde tan arriba impresiona, especialmente siendo yo tan pequeña. Además, mi cerebro siempre acaba activando el pensamiento intrusivo deluxe de «¿y si se me cae el móvil ahora mismo, mientras hago la foto? ¿Eh? ¿Y si vuela?» porque claro, no sería yo si no viviera la experiencia con una dosis de pánico logístico entre tanto asombro.
Y, como guinda para el pastel de los paisajes espectaculares, pasamos brevemente por la Ciudad Encantada. No pudimos pararnos porque ya habían sucedido unas cuantas cosas de camino (con helicóptero incluido) que nos habían ralentizado lo suficiente como para no llegar a la hora que esperábamos, pero creo que mereció la pena. Incluso viéndola «de pasada», nada me hace más feliz que un paraje natural lleno de piedras raras moldeadas por la erosión kárstica. Porque una, antes de escribir, hace sus deberes... Y se emociona con las piedras, ¿qué le vamos a hacer?
Como de ahí no tengo fotos, os cuelo otra del ventanal-ventanuco-ventanilla.
¡Y por fin llegamos a Tragacete! Tras muchas, muchas horas de camino, nos recibieron Vicente y algunos compañeros que tenían la suerte de tener menos kilómetros entre su casa y el punto geográfico donde se iba a celebrar el II Ruralhammer. O que habían salido antes que nosotros. O quizás se habían entretenido menos en el camino... ¿Os habéis dado cuenta de la vara tan increíble que os estoy dando, y todavía no hemos empezado si quiera con la reseña del torneo en sí? Leer esta entrada es lo que tiene, es como firmar un contrato con una especie de ente con diarrea verbal que no puede parar de teclear.
Allí pude desvirtualizar a los encantadores chicos de Clan Kharnuz, a los que tenía muchas ganas de conocer, y a nuestros amigos de Pícnic en Drakenhoff. Nuestro querido Tito ya se había cruzado con algunos de sus integrantes durante el torneo de Leyendas en Miniatura (podéis encontrar la reseña por aquí) y nosotros ya nos hemos tragado horas de su contenido en YouTube.
¡Hasta presentaron a mis caballeros gélidos en uno de sus vídeos! Que ilusión me hace ver que la gente disfruta de lo que hago tanto como yo de hacerlo, la verdad, y que gozada poder disfrutar de una cerveza bien fresquita (Nestea o sucedáneos, en mi caso) mientras hablamos de esta afición que todos compartimos.
Como forzosos, pero encantadores, compañeros de piso, teníamos a la dupla de TuliStudio: el propio Tuli y Migu... Gorgo, a los que ya conocíamos de otras aventuras warhammeriles y no necesitan mucha presentación. Quienes hayan pillado la referencia al Dorado se llevan un besote en la frente. ¿Mi estrategia? Convertirme en una esponja estratégica con la capacidad de absorber los conocimientos militares de Tuli para lanzar hostias a diestro y siniestro con elfos oscuros mientras dormía bajo su mismo techo.
Sin la parte de Culto al Placer, claro, lo que complicaba más las cosas.
Spoiler: no se me pegó absolutamente nada, pero sí que hubo amenazas de ronquidos (porque Tono se enfrentaba a él en la primera ronda, y todos sabemos que una batalla se gana desgastando al rival antes de tiempo), muchísimas risas y una de las mejores barbacoas en las que he estado nunca.
Y tras un desayuno energizante (con todo el azúcar que solo el colacao puede darte y una tostada con mermelada más grande que mi cabeza), llegó el momento de arrancar el torneo. O de intentarlo, claro, porque estábamos preparados para tirar dados y fingir que teníamos una estrategia en mente, no para ser conquistados por una ovejita ladradora a la que habían abandonado en mitad del pueblo.
Ahora es la dueña legítima de Pol, la estrella indiscutible del II Ruralhammer y está en un hogar donde tiene todos los mimos que pueda desear, porque aunque vayamos de tíos y tías duros como piedras, todos disfrutamos de finales reconfortantes que te dejan el corazón calentito.
Ahora sí que sí... ¡Empezamos con las partidas! Que esto ya estaba pareciendo más un blog de aventuras y viajes que uno de Warhammer. Aunque, siendo sinceros, ¿hay tanta diferencia en realidad? A fin de cuentas, en Abades de Maisontaal usamos los torneos como la excusa perfecta para montar escapadas épicas. Y ahora que mencionamos la epicidad, ¿os he enseñado el regalazo que nos dio Vicente a todos los asistentes? (Oh, soy el chico de las poesías... Que arte tengo).
Un contador de turnos hecho de madera, con una cabra-calavera que podías «pinchar» en las diferentes secciones para saber por qué turno ibas. Lo usé en todas las partidas porque, en serio, ¿qué puede haber más molón? También llevaba mi nombre pirograbado en la parte de atrás. Nivel pro de personalización y atención al detalle, creo que es uno de los regalos más bonitos que he recibido.
El torneo se llevó a cabo en lo que creo que era el antiguo cine del pueblo, hoy reconvertido por el Ayuntamiento en la Casa de la Cultura. Es una alegría enorme, y bastante reconfortante, ver cómo muchos ayuntamientos, especialmente en pueblos como este, no solo permiten que eventos como el Ruralhammer se lleven a cabo, sino que también facilitan que todo salga perfecto.
En este caso, el espacio era amplio, cómodo y lleno de ese encanto especial que solo tienen los edificios con historia, y desde nuestro pequeño rincón de Internet solo podemos sumarnos a agradecer este tipo de apoyo, que habla muy bien del compromiso que tienen algunos ayuntamientos con la cultura y el ocio alternativo.
Mi primer rival fue Fluskins; la presentación de los emparejamientos fue hecha una semanas antes a través de un vídeo que era auténtico cine, y ahí vimos quiénes eran nuestras primeras parejas de baile para el tradicional vals de las hostias, que ese fin de semana estaba de moda en Tragacete.
Lo único que sabía de este misterioso alguien era que llevaba un ejército de goblins. Solo goblins. Lo cual podía ser un problemón porque... Bueno, ya he repetido hasta la saciedad que los ejércitos multitudinarios no son lo mío. Porque, ¿quién era Fluskins y de qué grupo venía? ¿Por qué nunca lo había visto escribir por el chat? Quizás no tenía su número guardado, quizás era la primera vez que nuestros caminos se cruzaban.
Pero no. Me enfrentaba a alguien más famoso que Beyoncé y Rihanna juntas, pues quien se encontraba detrás de ese apodo era Xavi, el Sanguinario. Con más ritmo que Shakira porque, creedme, esas calabazas don't lie.
El primer escenario tenía una particularidad interesante: ¡se saldaba en cuatro turnos! Me tomó por sorpresa, no solo porque no me había leído las bases, también porque estamos acostumbrados a los clásicos seis turnos donde poder explayarnos. La misión principal consistía en controlar unos rebaños situados en la zona de despliegue de cada uno (formado por tres gors y dos ungors) que otorgaban puntos extra al final de la partida. Tanto Xavi como yo empezábamos con un rebaño «bajo control» desde el principio, y debíamos designar una unidad para escoltarlo. En mi caso, fueron mis flamantes ballesteros, que ya iban mentalizados para ejercer de pastores improvisados.
¿El resultado? Pues bastante divertido, aunque nada efectivo. Al final, Xavi terminó controlando mi rebaño, y yo el suyo, así que digamos que nos hicimos un intercambio ganadero digno de un mercado. Porque, sinceramente, los rebaños pasaron a segundo plano una vez empezamos a repartir galletas por todo el campo de batalla.
Era la primera vez que me enfrentaba a Xavi cara a cara. Tono ya me había advertido de lo buen jugador que es, y Chico, por su parte, me había dado un consejo sabio: «llévate casco, que sus calabazas son teledirigidas y no te van a perdonar». Y no mentía. Xavi es un maestro de la estimación, y aunque una cosa es que te lo digan, otra muy distinta es presenciarlo en acción. Verlo calcular distancias y colocar proyectiles con una precisión quirúrgica da tanto respeto como miedo.
Y, sin embargo, Xavi es una de esas personas con una actitud que te desarma por completo... No con garrapatos fuera de control o una catapulta, sino con ternura. Dulce, atento, con una sonrisa amable que acompaña siempre a un gesto generoso, tiene esa clase de energía que hace que te sientas a gusto desde el minuto uno. Jugar con él fue un auténtico placer, no solo porque aprendí muchísimo, sino porque lo hizo todo con una elegancia y un cariño que me dejaron el corazón blandito.
¿Qué puedo decir? Si me dicen que tengo que volver a enfrentarme a esas calabazas con complejo de misil, lo haría encantada porque eso significa tener la oportunidad de compartir otro ratito con una bellísima persona como es él.
Todavía no sé cómo la partida terminó en empate, porque os aseguro que fue un duelo de esos en los que la balanza se podría haber inclinado perfectamente para cualquiera de las dos partes. Un enfrentamiento intenso, en el mejor sentido de la palabra, y con ese toque de locura goblin que siempre pone las cosas patas arriba.
El segundo escenario consistía, ni más ni menos, que en talar un pino. Tal cual lo lees. Un glorioso y robusto pino. Porque si hay algo que Vicente tiene, además de un enorme talento para los pinceles, es una imaginación que no se queda en el típico «controla el punto A y B» o «asegura la colina número tres». No, Vicente te lanza a campo abierto con un objetivo digno de un señor de pueblo curtido, con boina y todo. Y oye, funcionó.
Sé que puede haber quien diga: «bueno, pero es que si lo piensas desde la optimización y las posibles interacciones de...». Sinceramente, yo de logística sé lo justo como para no olvidarme de las miniaturas en casa, pero sí que sé cuando un escenario es divertido, dinámico y fácil de entender, y estos lo eran. Además, Vicente los explicó con claridad y con su buena dosis de humor, dejándonos como única opción el asentir y decir: «sí, mi general, ¡vamos a por el árbol!».
Volviendo al pino; se le impactaba siempre a 3+, sin importar si lo atacabas con una espada, un canto rodado o con la única neurona que me quedaba rebotando en la cabeza. Solo lo podían atacar infantería, infantería monstruosa y objetivos grandes, y para moverlo necesitabas tener una potencia superior a cinco.
El movimiento no se veía penalizado por arrastrar un tronco de más de diez metros, porque aquí la suspensión de la incredulidad es parte del encanto, y los hostigadores perdían su esencia escurridiza si les tocaba hacer de «machacas». El árbol te lo podían robar bajando la potencia de la unidad o haciéndola huir como si hubieran visto a Archaon en bata de flores. Pero si lograbas llevarte ese tronco de vuelta a tu zona de despliegue, ¡premio! Puntos extra y, sobre todo, la satisfacción de haberle ganado al mismísimo bosque.
Así es Warhammer, señores: sorprendente, dramático... Y a veces, ecológico.
En mi segundo emparejamiento me tocó vérmelas con un viejo enemigo: Garvec, siendo la segunda vez que cruzaba dados con él en un torneo — en el primero, que además fue mi primero, me traumatizó borrando a Malekith del mapa con una Rueda de la Muerte bastante explosiva — y también la segunda vez que me enfrentaba a su lista alternativa de Tierras del Sur. No era una cita a ciegas con eslizones, precisamente, porque ya conocía la versión de 1500 puntos y me hacia una idea aproximada de a qué me enfrentaba.
Fue una partida de esas que te provocan dolor de barriga. De tanto reírte, claro, porque ahí está la magia de enfrentarte a alguien que consideras amigo (negaré haber dicho esto, por supuesto): las cosas fluyen. Y, sin que sirva de precedente porque todavía le guardo algo de rencor por determinado incidente con roedores, es un rival que da gusto tener en frente. Respetuoso, simpático y con ese puntito de caos estratégico que usa para meterse en tu cabeza, porque skaven se nace, no se hace. Aunque tu ejército en lugar de pelo tenga escamas.
Para la ardua tarea de talar el pino designé a mis valientes corsarios, armados con puñales y una fe ciega en su capacidad de... ¿Poder contra un pino? La cosa es que llegaron, derribaron el susodicho pino, y se vieron envueltos en un bocadillo táctico que salió mejor que si lo hubieran planeado los propios Ancestrales.
Lagartos de frente, lagartos a un flanco, lagartos por la retaguardia... Una coreografía letal, improvisada y preciosa de ver, salvo para mis pobres corsarios, quienes hicieron el trabajo duro de echar el pino abajo pero no pudieron volver a la zona de despliegue con su recompensa.
El resultado fue una derrota marginal con su correspondiente ataque de ansiedad, porque los enemigos de verdad atacan cuando menos te lo esperas. Por suerte, en Moria Wargames tienen un certificado de dar abrazos curativos que quitan cualquier mal (menos el culodurismo), y ver la calva del jugador más guapo de todo el torneo, con el permiso de mi señor esposo, anima a cualquiera.
(Se me ha olvidado por completo mencionar que, entre medias, hubo una pausa para la comida: Vicente nos alimentó como si fuéramos reyes con una empanada riquísima, porque sí, este chico te diseña un escenario original, cocina de escándalo y todavía le queda talento para pintar miniaturones. ¿Qué talento le queda por tener? También hubo hamburguesa, y otras cosas ricas, pero lo de la empanada se me quedó grabado).
Y así, exhaustos de tantas emociones fuertes pero con las tripitas bien llenas, llegamos al punto álgido del torneo: la tercera partida. Esa que siempre se te hace cuesta arriba, en la que las minis pesan como si fueran todas de plomo (¡en el caso de Tono, y de alguno más, todas eran de plomo!) y tu última neurona viva pide clemencia. Pero ahí estábamos, con muchas ganas de seguir dándolo todo en el tapete y sabiendo que el verdadero enemigo eran las pocas horas de sueño que teníamos encima.
Creo que si hubiera una palabra para describir mi tercera partida sería «desconocido»; era la primera vez que coincidía con Enric, y también la primera vez que me enfrentaba a un ejército como la horda gnoblar. Porque sí, eso existe.
Y no solo existe, es que esa panda de cabrones tienen más recursos que MacGyver en una ferretería. Porque puedo dar fe de que Enric no estaba haciendo trampa alguna, ¿pero sus gnoblars? No, no... Os doy mi palabra de elfa oscura que esa gente no era en absoluto de fiar.
Enric fue todo un descubrimiento: una persona adorable con una amabilidad que, como sus tropas, parecía no tener fin. Entre la maraña de gnoblars y las jugadas que me descolocaban, él se tomó el tiempo de guiarme con calma, explicándome todas y cada una de sus maniobras absurdas con una sonrisa, lo que me hizo sentir menos perdida y más acompañada. Gracias a su buen rollo, la frustración de que nada saliera bien se me hizo mucho más llevadera.
A mi favor, porque algo bueno hay que decir de una misma, me llevo la impresión de que parece que por fin le he pillado el punto a colocar a las hechiceras y a jugar con la caballería rápida. Supe cuando declarar huidas... Pero me llevé el susto de mi vida en una de ellas, sacando tantos seises que casi llegan galopando a la mesa que teníamos al lado. Por suerte, no salieron de la zona de juego, pero creo que la marca del derrape todavía sigue clavada en el tapete que estábamos usando.
En mi contra... Bueno, en mi contra está la vergüenza de haber sufrido una marginal en contra, pero con el consuelo de que el dinero invertido en la educación de mis gélidos no ha sido en vano. Solo cinco estupideces en un torneo, con tantos puntos y tanta presión, no está nada mal. ¡Se merecen una ola! O una orla, que tampoco me parece una locura.
Y, como suele pasar con todo lo bueno, ¡el torneo también se acabó! Pero no fue uno de esos finales sosos, con fundido a negro. Más bien fue una de esas escenas de cierre que te sacan una sonrisa y te hacen pensar «vale, esto ha sido especial». Para la ceremonia de clausura no hubo fuegos artificiales, pero sí que tuvimos una cachorra voladora, a Luis jurando que era su primerito día y a una servidora, a punto de escalabrarse por las escaleras de los nervios.
Aquí daba exactamente igual si habías arrasado en los tres escenarios o te habías llevado una somanta de palos en todas tus partidas: subías, recibías el aplauso de tus compañeros, y recogías un par de detallitos con mucho encanto. El primero, un abrazo enorme por parte de los organizadores, porque llegados a este punto de convivencia, éramos como de la familia. También nos dieron una cabra impresa en 3D, supongo que la forma más sutil que encontraron de decirnos «¡aprended a pastorear rebaños!» y un llavero de madera precioso, que tiene un lugar de honor en mis llaves de casa.
También hubo una entrega de premios con sus clásicos de siempre, como no podía ser de otra forma. Uno de los momentos más esperados fue la entrega de la preciada cuchara de palo, tallada en madera de boj, que fue a parar a las expertas manos de Víctor Vega. Supongo que, como buen elfo silvano, luchó con fiereza para conseguirla: no por el honor, sino para que las dríades de la sierra no se enfurecieran por dejar que semejante reliquia cayera en manos inadecuadas.
¿A que es una auténtica salvajada? Pues no os vayáis a creer que el resto de premios se quedaban atrás. Antes de que se celebrara el torneo, recuerdo que os enlacé a la cuenta de Instagram para que pudierais ver la sacada de rabo que se habían marcado con los trofeos. Que sí. Que suena vulgar. ¿Pero encontráis vosotros una expresión mejor para definir esto? Porque, sinceramente, yo no.
Larkin, de Moria Wargames, se alzó con el trofeo al mejor general gracias a la apabullante cantidad de puntos de victoria (y de batalla) que fue capaz de acumular en sus tres partidas. Yo, que he tenido el placer de enfrentarme a él, puedo decir que se lo merece con creces.
Para sorpresa de absolutamente todo el mundo — sobre todo mía, que todavía no me lo termino de creer —, una servidora tuvo la enorme suerte de llevarse el premio al ejército mejor pintado. Y digo suerte porque, sinceramente, fue uno de los torneos donde puedo decir con la boca bien llena que el nivel de pintura estaba por las nubes: cuando todos expusieron sus ejércitos, aquello parecía más un concurso de pintura que un torneo.
¿Por qué yo, entonces? Me reitero, porque tuve suerte. Cualquiera podría haber sido elegido, pero tuve la inmensa fortuna de que los orgullosos corsarios de Karond Kar y sus monstruos de las profundidades fueron mirados con muy buenos ojos por los participantes.
Honestamente, no tengo palabras suficientes para daros las gracias.
Los que me conocéis ya sabéis que este ejército es muy importante para mí; es el que jugaba cuando todavía no sabía cómo jugar a Warhammer de verdad, el que me acompañó siendo una marea gris hasta que, tras más de dos años de pruebas, encontré un esquema de color con el que por fin me sentí cómoda. Es también la narrativa que inventé antes de que Karond Kar fuera popular, cuando solo existía en los libros de ejército y en mis ganas de darle voz a un rincón olvidado del mapa.
Pinto para contar esa historia. Para que cada miniatura diga algo. Y que alguien valore así mi trabajo, el cariño que he puesto a cada figura y las horas que he invertido en cada pincelada... Es algo que se te queda dentro. Así que gracias, otra vez.
Por último, y puede que por ello mucho más importante que el resto, se entregó el premio al campeón absoluto, que venía acompañado por un hacha ritual. Porque ya sabéis que la experiencia Ruralhammer siempre mejora cuando te vuelves a casa con una herramienta de auténtico leñador bajo el brazo... Y deseando que la policía no te pare en el camino, por supuesto.
Garvec, el campeón de la edición anterior, fue el encargado de traspasar tan glorioso objeto a su nuevo portador, Yorch del Clan Kharnuz, que lo recibió como los auténticos héroes: ¿por qué contároslo, cuando una imagen vale más que mil palabras?
Y para cerrar con broche de oro, esta vez de verdad de la buena, una vez más volvimos a reunirnos alrededor de una barbacoa para brindar por un torneo de diez con gente de diez. ¡Faltan palabras de agradecimiento para felicitar a la organización por toda la logística!
No quiero terminar de daros la brasa sin agradecer de todo corazón a los tres valientes mosqueteros de Málaga WaaaghGames, porque no hay nada más divertido y reconfortante que viajar con amigos. Momentos como este son los que demuestran que Andalucía es mucho más que un puñado de asociaciones y clubes que juegan a Warhammer: somos una gran familia. Disfuncional, sí, pero dispuesta a sumarse a cualquier aventura, dejando atrás el color de las camisetas porque es mucho más importante el enorme cariño que nos tenemos.
Me gusta tb el rollito de blog de viaje, jaja!1 aunque estaria muy guay que alguna vez hicieras un vlog o aglo, pero se que no te gusta mucho eso...
ResponderEliminarFelicidades por el premio de ejercito mjro pitnado!!!1 aunque los demas seguro que ran maravillosos tu eres una pintora muy talentosa u te lo mrreces muchisimo! imagino que aqui no hubo trasfodno pero si lo hubo quiero que salga la tercera parte del rata!!
La verdad es que, torneos como este, son un viaje con amigos más que un torneo xD como la excusa perfecta para reunirte con gente a la que quieres y echar un fin de semana haciendo algo que a todos nos encanta.
Eliminar¡Muchas gracias por las felicitaciones! No me lo esperaba, estoy muy orgullosa y me vais a hacer llorar como la cosa siga así. Que soy muy sensible.
No, aquí no hubo trasfondo, pero espero que pronto tengáis más noticias del Rata.
muy top la reseña, tia!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Anónimo! <3
EliminarMuchas gracias a ti, Alba, por ser una persona tan bonita y compartir en finde con tantos energúmenos. Se nota que esta reseña está escrita desde el cariño y la satisfacción, lo cuál me enorgullece enormemente. Un abrazo!
ResponderEliminarSiempre gracias a ti, Vicente, porque te has encargado de todo el tema de logística para que podamos compartir un fin de semana para el recuerdo. Lo que escribo en esta humilde reseña no es más que un reflejo de todo lo que te has currado, ¡razones no te faltan para estar tan orgulloso!
EliminarUn abrazo enorme y, por favor, cuenta con nosotros para la próxima <3
¡Qué gustazo de reseña! Me lo he pasado genial leyéndola, entre las anécdotas de carretera, la épica rural y ese humor marca de la casa que nunca falla. Se nota el mimo y la pasión que le ponéis al hobby, no solo en las minis, sino también en cómo construís comunidad.
ResponderEliminarEl torneo suena como una experiencia inolvidable, y las menciones a los ejércitos, partidas y personajes (ay, esos corsarios... 😅) le dan un sabor muy especial. Me ha encantado ver cómo cada jugador aporta algo único, ya sea con trasfondo, pintura o actitud.
Además, el ambiente de camaradería que describes es lo que hace grande a este tipo de eventos. Ojalá hubiera más Ruralhammers por el mundo. ¡Gracias por compartirlo y por mantener viva la chispa del Viejo Mundo en cada esquina del mapa!
Un saludo desde el Imperio, y que sigan los dados benévolos… al menos hasta que nos toque enfrentarnos 😄.
Ojalá encontrarnos en algún torneo; sería un placer cruzar los dados contra Imperio (todavía no me ha tocado jugar contra ellos) y contra una persona tan amable como pareces serlo tú, especialmente con todas las cosas bonitas que nos dices siempre por aquí.
EliminarEl ambiente fue el mejor. Sin lugar a dudas, eso es lo que más gusta cuando estás en un torneo. Aunque los corsarios pinchen por dedicarse a cortar un árbol xD pero eh, ¿y la anécdota?
Un abrazote.
q pasada de reseña! se nota el currazo y el cariño con el q está escrita, da gusto leerse todo de una sentada 😄 y lo mejor: transmite justo ese ambientazo de hobby entre colgas que todos soñamos con tener cerkita
ResponderEliminarentre los desafíos, los dados traicioneros y las minis llenas de historia, dan gans de hacer la maleta y plantarse en el próximo Ruralhammer con lo q sea pintado y en mitd de la nada 😅
Siempre que una se lo pasa tan bien como me lo pasé yo, tiene que hacer las reseñas con todo el cariño que hay en su corazón de pollo <3 muchas gracias, Hektor.
EliminarSeguro que eres bienvenido con los brazos abiertos, porque ahí valoramos el buenrollismo a tope. Es uno de los pocos torneos que conozco en los que te puedes presentar con una de esas listas tropicales que juegas para echarte unas buenas risas.
Per un mundo en que la ansiedad sea més visible para todos! No m’agrada que lo pases així de mal pero jo creo que ayuda mucho decirlo també 🥰
ResponderEliminarTotalmente, querida, creo que normalizar ese tipo de cosas siempre hacen bien.
EliminarDeseo que llegue el día en el que tus druchii traicioneros encuentren en uno de esos torneos el acero de los honorables asur de frente. Mientras espero ese día, me alegraré de tus proezas (más o menos) y te felicitaré por lo bien pintados que están, aunque sean elfos traidores.
ResponderEliminarEsto ya pide una presentación de ejército, ¿eh?
Saludos,
Ithilmar
Pero bueno, ¿qué clase de malos deseos son esos, Ithilmar? Jajaja, yo también tengo muchas, muchísimas ganas de hacer una guerra civil en uno de estos torneos, pero por el momento no me he encontrado frente a frente con ningún alto elfo de honor.
EliminarDudo de que existan. Pero seguro que vienes a demostrarme lo contrario en algún torneo, jaja.
Muchas gracias por las felicitaciones y, bueno... ¡Ya veremos, ya! Que una presentación de ejército roba mucho tiempo, y últimamente andamos apretados de eso por aquí.
Un fuerte abrazo, muchas gracias por comentar siempre.
Te tocó la lotería Moria!! 😜
ResponderEliminarLa mejor lotería que te puede tocar en un torneo de estos, he de decir <3
Eliminarpero qué pasadaaa alba!!! enhorabuena por ese premiazooo 🖤🖤 los elfillos oscuros se lo merecian!! q jugar con ellos es un infierno y medio, asi q doble mérito 💪 por valiente y por artista
ResponderEliminarme uno a la peti de arriba!! presentacion de ejercito YA plis 🙏 con lo bonitos q los tienes, q se luzcan todos juntitos en condiciones!!!
¡Graaaacias, Anónimo, por tus bonitas palabras! Siempre acabo con el corazón calentito cuando leo la sección de comentarios de este blog, porque solo sabéis decir cosas agradables sobre lo que posteo. Cualquiera se siente como en casa, ¿eh?
EliminarY gracias otra vez, por reconocer el esfuerzo que hacemos los jugadores de elfos oscuros todos los días de nuestra vida, jaja. Intentaré hacer una presentación de ejército antes de que acabe el verano.
¡Grande Albaaa!! enhorabuena por ese premiazooo 🖤 los elfos oscuros estarán todo el día torturando esclavos pero bien guapos que te han quedao jajaj eso sí que es maldad con estilo 😎
ResponderEliminarY sí, jugar contra orcos y goblins es como pelearse con una marabunta verde que no se acaba nunca... tiras dados hasta que te crecen setas 😩 Y los lagartos… pfff, duros como piedras. Da igual por dónde los mires, aguantan como si no fuera con ellos 😭
En fin, que te lo has currado un montón y se nota!! ahora solo falta que te animes con la presentación de ejército, que estamos todos con el F5 esperando 👀✨
A lo tonto, a lo tonto... Vais a conseguir que haga una presentación de ejército, ¿eh? Es una pena que llamemos «maldad» a un modelo de economía sostenible, ¡con lo que se esfuerzan ellos en crear puestos de trabajo adecuados para todo el mundo!
EliminarCreo que, como los elfos oscuros están clasificados como «ejército de élite» y a los otros parece que le regalan las unidades en el todo a cien... Pues suelen venirme un poco grande. A veces tengo suerte y consigo despertar pánicos o miedos, otras, no tanta.
Puedo decir que los lagartos son, sin lugar a dudas, uno de los mejores ejércitos de este juego. Aunque en el caso de Garvec, con una lista de Tierras del Sur, lo que ganó era la pericia que tiene como general y no simplemente el ejército.
Gracias, Ángel, eres un primor.
¡Muchas felicidades por ese premio al ejército mejor pintado, Alba! Totalmente merecido, da gusto ver ejércitos tan cuidados en mesa
ResponderEliminarY oye, nunca me he cruzado con una lista gnoblar… tiene que ser todo un espectáculo. Por lo que cuentas, suena a experiencia medio divertida, medio agobiante, como estar atrapado en una avalancha de gremlins con cuchillos
Eso sí, los torneos con barbacoa de por medio siempre saben mejor. El humo, las minis y las tiradas dudosas… el verdadero espíritu del hobby XDDD
Muchas gracias por tus palabras, Liath; siempre es motivo de orgullo que reconozcan tu ejército, pero todavía lo es más cuando compites contra verdaderos titanes, porque el nivel de pintura de allí daba auténtico miedo. Creo, de corazón, que cualquiera podría haber salido ganador y ninguno podríamos encontrar un solo motivo para rechistar en las votaciones.
EliminarTe aseguro que la lista gnoblar es un espectáculo xD porque sí, son gremlins con cuchillos.
Gracias por comentar, de verdad.
Dados y barbacoa = combinación ganadora.
ResponderEliminarSiempre, ¡faltaba una piscina!
EliminarLas reseñas asi son una carta de amor al Warhammer Fantasy, me alegra que todavia existan torneos que inspiren para que se escriba esto 😀
ResponderEliminarMillones de gracias, Leo, y perdón por la tardanza. Tus palabras nos sacan una sonrisa de oreja a oreja porque es lo que Vicente esperaba de este torneo... Y lo que nosotros esperamos de nuestras reseñas.
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